Entradas populares

5 dic 2011

Gustavo Duch y el consumo.


/El Correo Vasco, septiembre 2011. Gustavo Duch/ 

Michael es tremendamente fatalista. Cuando conoció los peligros de la 
energía nuclear construyó en los bajos de su casa un refugio nuclear. 
Como teme a los ladrones tiene también una habitación del pánico. Los 
alimentos y productos de limpieza que compra y utiliza para su familia 
llevan etiquetas de cien por cien ecológicos no sea le entre una 
toxoinfección en casa; y el agua corriente pasa por un doble sistema de 
filtro y depuración. 

Pero Michael no está preparado para todo, porque Michael, como la 
mayoría de personas de los países industrializados, nos alimentamos en 
*un sistema global muy vulnerable*, del qué poco conocemos. ¿Si supiera 
Michel que cualquier día nos pueden cortar el suministro de energía, se 
instalaría unas placas solares autónomas? ¿Si supiera que nos pueden 
cortar el suministro de agua, recuperaría el agua de lluvia y el viejo 
pozo del jardín? ¿Y si supiera que el supermercado se podría quedar 
vacio, sin comida, atiborraría las despensas de latas de conserva y 
embutidos? No sería una solución acertada a largo plazo, claro, pero de 
todas las pesadillas que aterran a Michael, seguramente la menos 
improbable sea precisamente esa última: el desabastecimiento de comida, 
sobre todo en las ciudades. 

La alimentación urbana hoy por hoy está totalmente desconectada de la 
producción de alimentos;  la producción de alimentos que abastece a las 
ciudades es totalmente dependiente de energía fósil; y la energía fósil 
no es infinita (la regla del tres). Cuando el déficit de petróleo y gas 
natural sea más patente (o cuando alguna crisis estratégica nos deje sin 
suministros) el precio de la energía será progresivamente más elevado. 
De hecho se puede observar una correlación directa entre el precio del 
petróleo y los costes de los alimentos que, de naturaleza industrial y 
no campesina, se producen con pesticidas y fertilizantes derivados del 
gas y del petróleo; que se han sembrado, regado y cosechado 
mecánicamente; que han viajado en barco, camión o avión; y que guardamos 
en frigoríficos que calientan el planeta. 

¿Qué  puede hacer Michael y sus monomanías para protegerse ante tal 
descalabro? Como dicen algunos textos, también los individuos y las 
familias podemos empezar a introducir una* agricultura y alimentación de 
transición, * que vaya acercándonos progresivamente a una alimentación 
de bajos o negativos costes energéticos. Cinco ideas: 

   1. Revisar la despensa y la nevera y analizar cuánto petróleo vemos 
      en ella. Cuántos envases y  paquetería observamos, cuántos 
      alimentos kilométricos nos abastecen, cuántos dependen de una 
      cadena de frío, cuanta carne aparece?para tenerlo en cuenta. 
   2. Revisar la nota de la compra?y nos sorprenderemos que comparado 
      con otros capítulos de nuestros gastos no es este uno de los más 
      sangrantes, de forma que no es mala idea empezar a desviar 
      partidas de nuestro presupuesto del capítulo de lo ?innecesario? 
      al capítulo de lo ?vital?. 
   3. Repensar los menús en base a la sostenibilidad, es decir, pensar 
      en nuestros hábitos de compra, en nuestra forma de guardar y 
      preparar la comida, incluso del modo de vida que nos lleva a tener 
      o no tiempo para cocinar. 
   4. Rebuscar cerca de dónde vivimos alguna cooperativa o grupo de 
      consumo que ya están abasteciéndose de productores locales; o 
      localizar mercados de campesinos. 
   5. Ruralizar la casa, es decir dedicar las macetas, el jardín o la 
      terraza a cultivar una parte de lo que requerimos. O participar de 
      un huerto comunitario en ese terreno abandonado del barrio. 

Esto más o menos, o confiar en un milagro que ?Michael lo sabe- no se dará. 


-- 
Gustavo Duch Guillot 
------------------------------ 
PALABRE-ANDO: http://gustavoduch.wordpress.com 
LO QUE HAY QUE TRAGAR: http://loquehayquetragar.wordpress.com/ 
"Porque contar es otra forma de caminar" 

No hay comentarios: